El aroma del café recién hecho y el sonido de las comidas chisporroteando en la cocina me rodearon, donde la nana Marina, acompañada por mí, estaba inmersa en la preparación de un desayuno nutritivo. Este festín matutino había sido cuidadosamente preparado pensando en Ilán e Ivory, con la firme intención de mantener unidos a esta pareja, que parecía destinada a ser separada por las circunstancias.
Ambas, armadas con una determinación inquebrantable, estábamos decididas a hacer lo que fuera necesario para asegurarnos de que Ilán e Ivory continuaran siendo marido y mujer, a pesar de los obstáculos que la vida les presentara. —¿Y si le decimos a Ilán que Ivory está embarazada? —sugerí en un susurro confidencial al oído de Marina, quien negó con la cabeza casi de inmediato. —Esa mentira