He pasado gran parte de mi vida entre los fríos muros de una prisión. A Morgaine le consta este hecho, pero parece incapaz de reconciliarlo con mi elegante figura detenida ante ella. Su media hermana Amaya le había prometido que haría lo imposible por mantenerme tras las rejas, y, hasta donde sé, Ilán, mi sobrino y señor de la casa, no tenía idea de mi existencia.
Entonces, podía ver cómo se preguntaba: ¿qué hacía yo aquí, vestida con las más lujosas prendas del mercado y adornada con joyas que brillan con un fulgor casi desafiante? Nadie que me observe en este momento podría imaginar que, hasta el día anterior, había sido conocida como “La Jefa” en una cárcel de mujeres, y que, aún bajo estas finas telas, porto un brazalete electrónico como prueba de mi reciente liberación que nadie ve. Mi aparici