Para cualquiera que no fuera un experto, la autoría de la carta podría atribuirse fácilmente a mí, tal como Ivory asumió erróneamente, dado que el remitente solo se identificaba como "Tu amor".
—No lo entiendo —interrumpió Amelie mis cavilaciones—. ¿Cómo pudo entrar esa carta a la casa? —¿A qué te refieres? —pregunté, mostrando interés en la inquietud de Amelie. —El regalo estaba en la cocina cuando despertamos; por eso ella pensó que habías sido tú. ¿Cómo llegó allí? —reflexionaba en voz alta. —No hay ningún misterio —respondí con serenidad—. Seguramente lo envió mediante un mensajero y algún guardia lo dejó en la cocina. Amelie, vamos a salir y necesito que prestes especial atención a todo lo que