JOSEFINA:
En mi mente, sabía que Ilán e Ivory estaban demasiado absortos en su propia felicidad como para regresar pronto del mercado central callejero. Esa ausencia me brindaba el tiempo necesario para llevar a cabo mi plan, para neutralizar las maquinaciones de Amaya de una vez por todas. La determinación ardía en mi interior, alimentada por el recuerdo de mi hermano, víctima del veneno de Amaya. La promesa que había hecho de proteger a mi sobrino, el hijo precioso de mi único hermano, pesaba sobre mí como una responsabilidad sagrada. Cada fibra de mi ser estaba comprometida con esta misión.
Pero ahora, un nuevo motivo, aún más poderoso, se había sumado a mi causa: Leila, mi nieta recién descubierta. La inocencia y el futuro de esa joven no podían verse manchados por la codicia y la maldad de mi cuñada. Sentía que el destino me había otorgado una segun