AMAYA:
Mientras Morgaine me guiaba por el pasillo, no pude evitar pensar en lo frágil que era nuestra situación. Cada paso resonaba en mi mente como un recordatorio de las mentiras y los secretos que nos rodeaban. Me preguntaba cuánto tiempo más podría mantener esta fachada antes de que todo se derrumbara. En la cocina, mientras me preparaba un sándwich, consideraba mis opciones. ¿Debería confesar todo a Ilán y arriesgarme a perder el único apoyo que me quedaba? ¿O seguir el juego de Amaya, esperando encontrar una salida para mí y mi hijo? El silencio entre nosotras era pesado, cargado de años de resentimiento, secretos y manipulación. Morgaine sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, y un paso en falso podría significar la ruina para mí y para Daniel. Con cada bocado que daba, sentía que el tiempo se me esca