Lloraba en silencio por todo lo que le había sucedido a mi querida amiga, temiendo que nunca más volviera a ser quien era. El repentino abrazo de Stefanos me sobresaltó, pero pronto me rendí a su calidez, apoyando la cabeza en su pecho y dejando fluir todo el miedo que tenía encerrado. Al separarme, lo miré de una manera completamente nueva, como si lo viera por primera vez en todos los años que nos conocíamos. Sin que Stefanos comprendiera lo que sucedía, me puse de puntillas y lo besé tímidamente en los labios.
Stefanos, inicialmente sorprendido, no tardó en responder al beso con la pasión que había contenido durante tanto tiempo, pues él sí estaba enamorado de mí.—Oye, no tenías que besarme así —dije, soltándome, toda sonrojada—. Estaba practicando porque le dije a Ivory que ese día no la seguimos porque me