Suspiré y asentí, compartiendo la misma opinión que Ivory sobre Amelie. Me senté en la cama, frotándome los ojos con las manos. A pesar de mi cansancio, sabía que debía escucharla.
Amelie tomó una profunda respiración, tratando de calmar sus nervios. Comenzó a explicar lo que había visto en el pasillo: la sonrisa triunfante de Geraldine, acompañada de las miradas de complicidad de los padres de Eleonora. Su voz temblaba ligeramente, pero se mantenía firme.Ivory y yo escuchamos en silencio, nuestros rostros volviéndose cada vez más serios a medida que Amelie continuaba. Cuando terminó, hubo un momento de silencio que me pareció eterno. Ivory fue la primera en romperlo.—Gracias por decírnoslo, Amelie —dijo Ivory—. Estaremos alerta.Asentí, y aunque quizás Amelie estaba siendo muy alarmista, pensé que