Cuando entramos los dos en el salón, vi a un hombre de la misma edad de mi marido, muy bien vestido con un traje de color azul que parecia bastante caro
— La señora Conte ¿supongo? — me preguntó
— No quiero que me tatué por favor — respondí
— No se preocupe señora, intentare hacerle el menor daño posible — me dijo
— Noooo, sueltame figlio di puttana — le dije intentando soltarme del agarre de mi marido
— Giovani si no se está quieta, es imposible hacerlo, tú dirás — dijo el hombre
— Pinchala entonces, pero poco ya que quiero dejarla embarazada y no quiero que se enganche a la cocaína — le dijo mi marido
— Nooo por favor, dejarmeeeeee —- grite llorando mientras me ponían una goma apretada a mi brazo, viendo una jeringuilla con líquido en su interior, en la mano del tatuador
— Estate quieta de una puta vez, eres todo lo que tienes en tu vida, te saque de las calles, le di a tu viejo una vida nueva, me lo debes todo, sin mi simplemente serias basura — me dijo Giovani, cuando tenía