Mundo ficciónIniciar sesiónEl departamento de Sol no era grande, pero tenía algo que la casa de Julian había perdido hacía semanas: aire.
Aire que se movía. Aire que no dolía. Aire que no pesaba.
Kira tardó horas en dejar de temblar después de cerrar la puerta del penthouse detrás de ella.
Ahora, dos días después, seguía sintiendo que cada respiración era un acto consciente, como si su cuerpo estuviera aprendiendo de nuevo a existir sin tener que esperar una disculpa, una explicación o un “llego tarde, amor”.
Sol la observaba desde la cocina mientras preparaba té de manzanilla con jengibre.
—¿Quieres miel?
—Solo un poco







