Cuando se despierta, le duele la cabeza y se encuentra atada de manos y pies a una inmensa cama de barrotes y al abrir los ojos, la intensidad de la luz la molesta, todas las lámparas de la habitación se encuentran encendidas y un hombre alto, de cabello castaño claro y mandíbula cuadrada con una muy cuidada barba, vestido de negro y sentado en un gran sillón, la observa, mientras hace girar una pequeña navaja entre sus manos.
—Bienvenida. — Caterina frunce el ceño y busca en la escueta habitación algún indicio que le permita saber dónde está y quién la ha secuestrado, probablemente un enemigo de Rocco que no sabe que ella ya no se encuentra con él.
—¿Quién eres? ¿Qué deseas?
—Vamos por partes, vita mia, tú eres quien se encuentra atada a esa cama y soy yo quien hace las preguntas — La vo