Goldhaven estaba llena de rumores. La situación entre el rey alfa Ulrich y la reina Phoenix no pasaba desapercibida para nadie. Aunque el tema se evitaba abiertamente, los susurros resonaban por toda la ciudad como un murmullo constante. ¿Qué había hecho Phoenix para ser encerrada? O, peor aún, ¿qué podría haber hecho Ulrich para que la reina quisiera escapar? Las preguntas seguían sin respuesta, pero eso no impedía que las teorías circularan.
Aunque nadie se atreviera a confrontar a Ulrich directamente, había quienes no podían ignorar la situación. Entre ellos estaban las damas de compañía de Phoenix: Genevieve, Isadora y Eloise. Desde que Ulrich las había apartado de sus funciones junto a la reina, las tres se encontraban confinadas en Goldhaven, sin permiso para salir de la ciudad. Pero, incluso si pudieran marcharse, ninguna de ellas quería irse. No sin estar seguras de que Phoenix estaría bien.
Esa noche, en los modestos aposentos destinados a ellas, las tres se reunieron para de