Ahora quiero al otro

Mastiff, con los sentidos agudos, sintió el calor y la excitación fluir de Pryo. No necesitaban palabras; los dos se entendían a un nivel primal, donde la comunicación se hacía a través del tacto y los instintos que compartían.

Pryo se arrodilló y se puso en cuatro en el suelo como una loba, o mejor dicho, siendo una loba, y Mastiff se acercó y comenzó a lamer su vagina. No pasó mucho tiempo antes de que él la montara y empezara a rozar su pene contra la vagina de Phoenix, haciendo que Pryo enloqueciera de placer.

Mastiff metió la punta de su pene en la vagina de Phoenix y dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre ella. Como estaba muy mojada, no ofreció resistencia y su pene entró hasta el fondo.

Mientras bombeaba, su pene se hinchaba, aumentando de tamaño de manera increíble. Pryo sentía cada embestida, tan intensas que llegaban hasta su útero. Él la penetraba con estocadas rápidas, cada vez más rápidas, al punto de que casi perdía la conciencia, mientras sentía cómo la base de su p
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