CAPÍTULO 54
—¿Te encuentras bien? —preguntó Cale, que entraba a la habitación de Mía después de ella, viéndola tomar asiento en el sofá más cercano a la puerta.

—Casi como nueva —aseguró la azabache de ojos azules, sin lograr sonreír, pero ya sin llorar—, pero supongo que dormí demasiado y comí poco, porque estoy algo mareada y mi cabeza se siente pesada.

—Sí, bueno, fueron varios días inconsciente —señaló el castaño—, pero me alegra que despertaras, y de verdad te ves de buen ánimo.

—Es porque siento que al fin puedo ser libre —indicó la joven—, me siento tranquila por eso, a pesar de que siento que mi futuro es algo incierto.

—Te preocupas demasiado, Mía —aseguró el nuevo emperador de Atrumb—, si tu futuro fuera incierto, tu esposo no habría venido a buscarte a otro imperio, y tampoco hubiera hecho todo lo que ha hecho por proteger el único lugar en que puedes ser feliz para que puedas volver a él.

Mía sonrió, eso sonaba demasiado bonito y bastante romántico, y aún así no estaría segura de
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