—Mierda…

Pateó una silla que estaba tirada. La madera vieja crujió bajo su suela. No supo si era por frustración, rabia o simplemente porque necesitaba hacer algo. Lo habían hecho a un lado. Ellis lo había hecho a un lado.

Después de todo lo que había sacrificado.

Después de todo lo que había perdido.

¿Así era como se le pagaba?

Sonrió con ironía, ¿cuánto tiempo su padre había buscado una alianza con los Italianos? Bastante, hasta había ofrecido un matrimonio entre su hija y Alessandro, ella había huido y él se había reído de la propuesta, no buscaba casarse y según esto, no lo necesitaba.

Ahora, Ellis había logrado exactamente lo que su padre quería. Había sido un acierto dejarla a la cabeza. En unos días había conseguido lo que en años él no había podido. A lo más que había llegado era a una muy entrañable rivalidad con Bianchi.

La sangre en el suelo comenzaba a secarse. A su alrededor, el silencio del lugar era como un cementerio con esos cuerpos apilados. Y cada uno