Khaled observaba desde la ventana de su despacho cómo la caravana de vehículos negros de alta gama atravesaba las puertas principales del palacio. El sol de la tarde bañaba con luz dorada los jardines, pero su mente estaba lejos de apreciar tal belleza. Apretó la mandíbula mientras recordaba la conversación con su padre el día anterior.
—La Princesa Amira de Bahrein llegará mañana —había anunciado el jeque Faisal con una sonrisa complacida—. Su padre y yo hemos mantenido conversaciones muy productivas sobre una posible alianza entre nuestras familias.
Khaled había entendido perfectamente el subtexto. Una alianza matrimonial. Otra candidata más para ocupar el lugar que, en su corazón, ya tenía dueña.
—Padre, agradezco tu preocupación, pero ya te he expresado que no estoy interesado en...
—No te estoy pidiendo que te cases mañana —lo interrumpió Faisal con un gesto de su mano—. Solo que la recibas como corresponde. Es una visita diplomática importante para