El silencio de la noche envolvía el palacio mientras Khaled permanecía inmóvil frente al ventanal de su despacho. La luna de Alzhar, siempre más brillante que en cualquier otro lugar del mundo, derramaba su luz plateada sobre los jardines, creando sombras que danzaban con la brisa nocturna. Sus pensamientos, sin embargo, estaban lejos de la belleza del paisaje.
Había pasado las últimas horas repasando mentalmente la escena en el jardín. La expresión herida en el rostro de Mariana, sus ojos brillantes conteniendo lágrimas que se negaba a derramar, el temblor casi imperceptible de sus labios mientras intentaba mantener la compostura. Y luego, su propia reacción: fría, distante, calculada. Como si no le importara.
Khaled apretó los puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos. ¿Cuándo se había convertido en este hombre? ¿En qué momento había decidido que esconderse tras una máscara de indiferencia era mejor que enfrentar lo que realmente sentía?
—Cobarde —murmu