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El despertar fue gradual, como subir de agua profunda. Mariana sintió primero la suavidad bajo ella, luego el peso de sábanas de seda, luego finalmente logró abrir sus ojos.

El techo sobre ella era ornamentado, decorado con patrones geométricos en oro y azul. Definitivamente no era su habitación en el palacio de Alzhar. De hecho, no era ningún lugar que reconociera.

Intentó sentarse y descubrió que su cuerpo respondía lentamente, como si sus músculos no recordaran completamente cómo funcionar. Sedada. Había sido sedada.

La memoria regresó en fragmentos: el vehículo alejándose del mercado, su resistencia mientras trataba de abrir puertas que estaban bloqueadas, la bebida que le habían "ofr

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