Capítulo 86: El reconocimiento
El silencio que siguió a las palabras de los niños no era incómodo, sino sagrado. Era el sonido del universo alineándose, de dos caminos separados que finalmente se encontraban en un mismo punto. Ava podía sentir el latido de su propio corazón, o quizás era el de Logan, resonando en el espacio reducido de la habitación.
Liam, con los ojos aún pesados por la debilidad pero ahora despiertos por una chispa de asombro, miró más allá de su hermana, hacia la puerta. Sus pupilas se dilataron, y un leve temblor recorrió su manita sobre la sábana.
—Yo... yo tenía razón —murmuró, su voz un hilo de sorpresa absoluta—. No era un sueño. Era usted.
Lía, confundida, miró a su hermano.
—¿Cómo sabes? —preguntó, intrigada.
Liam, con un esfuerzo, alzó su dedo índice y apuntó débilmente hacia la figura de Logan, que permanecía inmóvil en el umbral, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
Lía siguió la dirección y su rostro se iluminó con una sonrisa amplia al ver