CAPÍTULO 65

—¿Me das un aventon? — agregó el muy idiota muy sonriente, y sencillamente lo ignoré, salí de la sala y baje rápidamente. Los escalones prácticamente los salte de tres en tres.

Habría un explicación, una buena…

Una que me quitara la ira que ahora mismo amenazaba con reventarme las venas del cerebro.

Me metí en el coche de una vez, y las avenidas de la ciudad de Atlanta me reciben atestadas de tráfico.

Me cuesta pensar, me cuesta hasta respirar, es insoportable para mi, pensar… imaginarme siquiera que ese imbecil pueda poner un dedo sobre mi mujer. Prefiero cortarle la mano a Andres, antes que le ponga un dedo encima a Yamila o a Amed.

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