Pablo llevaba más de una hora controlando el cristal por el que veía a Efrén que, poco a poco, también se había ido dejando caer hasta llegar al suelo y meter la cabeza entre las rodillas.
Entonces dio la vuelta, de nuevo, a las cápsulas de atrás para echar un vistazo a los chicos del otro lado.
Raúl alzó las cejas al verle, interrogante.
Pablo se apresuró a abrir su cápsula. El muchacho salió y él y el doctor se abrazaron. Pablo temblaba y Raúl lo separó un poco para mirarlo sin comprender.
—Eres el único que no se ha transformado.
Raúl se mordió un labio y salió corriendo para enfrentarse a Angélica a través del cristal de la cápsula.
Ella levantó la cabeza que mantenía con la cara hacia el suelo y le mostró los ojos vacíos y los colmillos afilados. Inmed