LA REINA LLEGA AL REINO.

El Mercedes negro se detuvo con suavidad frente al edificio principal de Dervishi Holdings. Las puertas espejadas reflejaban el cielo nublado de París y el movimiento continuo de empleados que iban y venían. Lucy bajó del auto con calma. Llevaba un vestido entallado color vino, de corte midi, con mangas largas y escote en V justo, el tipo de prenda que abrazaba sus curvas sin exagerar. Tacones negros, cabello suelto con ondas suaves y labios pintados de rojo oscuro.

Se veía femenina, impecable y por supuesto imposible de ignorar.

El chofer bajó la cabeza con respeto.

—Señora Dervishi.

Ella solo asintió con una ligera sonrisa y avanzó sin apuro, mientras el vigilante del acceso principal le sostuvo la puerta.

—Señora, buen día.

—Buen día, Mitch —respondió ella sin dejar de caminar.

Sabía que la miraban. Era inevitable. No solo por su presencia, sino porque todos sabían quién era: la esposa del dueño.

Entró al ascensor privado, saludó con una sonrisa discreta a