SOLO TE NECESITO A TI.
SOLO TE NECESITO A TI.
La temperatura en la oficina bajó.
Steffany seguía de pie, con la Tablet entre las manos, forzando una sonrisa que ya no convencía a nadie. Miraba a Lucy como quien mira un incendio desde muy cerca: sabiendo que, si se mueve, se quema y si se queda, también.
Eros no entendía aún qué estaba pasando, pero algo en su instinto se activó.
—Lucy… —la llamó con un tono bajo, como si pudiera calmarla antes de que explotara—. Conejita…
Pero ella no lo miró, en cambio, caminó hacia Steffany con calma, con elegancia, con el tipo de presencia que solo tienen las mujeres que saben exactamente quiénes son.
—¿Steffany, verdad?
La rubia tragó saliva.
—S-sí, señora Dervishi.
—Me enteré de que soñaste con mi esposo —dijo Lucy con una sonrisa fría—. Y que no pudiste evitar escribirle sobre eso.
La cara de Steffany se volvió un tono más claro. Sus dedos temblaron sobre la tablet, mientras que Eros sintió que le daba un infarto allí mismo, pero se mantuvo inmóvil. Sabía exactamente