Mundo ficciónIniciar sesiónLa nieve había dejado de caer, pero el frío mordía con dientes invisibles.
Tamara despertó en brazos de Damián, su rostro borroso enfocándose lentamente. Sangre —suya, de él, de todos— manchaba su ropa. El hombro le ardía donde la bala había rozado, abriendo carne pero milagrosamente errando hueso.
—Lo lograste. —La voz de Damián temblaba—. Mei lo logró. Génesis se detuvo.
Ella intentó sentarse, mundo girando violentamente. Manos de Damián la estabilizaron, sosteniéndola como si pudiera romperse con un toque equivocado.
—¿Cuánto tiempo...?
—Tre







