Mundo ficciónIniciar sesiónEl cuerpo de Lorenzo Castellanos descansaba sobre una mesa improvisada en el salón principal del castillo. Alguien había cerrado sus ojos y cruzado sus manos sobre el pecho. En la penumbra creada por las luces de emergencia, casi parecía estar durmiendo.
Tamara no podía apartar la mirada.
—Deberíamos irnos —dijo Ethan desde la entrada, verificando las cámaras de seguridad—. Más grupos rebeldes están convergiendo. Tenemos treinta minutos, máximo.
—Necesito un momento. —La voz de Tamara sonó hueca, distante.
Damián se acercó por detrás, colocando una mano en su hombro. Estaba pálido, debilitado por la pérdida de sangre, pero se mantenía en pie por pura voluntad.
—No merecía tu dolor —dijo en voz baja—. Mintió durante décadas. Te usó.
—Lo sé. &mda







