Capítulo 59. La farsa del desmayo y el regreso prohibido.
Los ojos de Lena se abrieron completamente, no por miedo a la cárcel, sino por la rabia de haber sido descubierta. El control que había intentado recuperar se le escurría de las manos.
—¡Ares! ¿Cómo te atreves? —chilló Lena, forzando un temblor en su voz—. ¡¿Cómo puedes creer que yo haría algo para dañar a mi propio hijo?! ¡Estás loco!
—Dímelo tú, Lena, porque, aunque la prueba de ADN dice que eres su madre. Tu corazón, al parecer, dice lo contrario. Eres capaz de cualquier cosa.
—¡Me ofendes! ¡Me lastimas! ¡No tienes alma, Ares! —Lena llevó una mano a su pecho desnudo, el teatro al máximo—. ¡Me estás acusando de la cosa más horrible del mundo! De querer asesinar a mi hijo, ¿acaso tu amor por esa mujer te hace pensar lo peor de mí o es ella quien te mete todas esas cosas en la cabeza?
Lena dio un paso atrás, balanceándose ligeramente. Sus ojos, llenos de un horror falso, se clavaron en los de Ares.
—Ahorra tu energía, Lena. Lo tuyo nunca fue la actuación.
—¡No estoy actuando! ¡Te juro