Capítulo cuarenta y cuatro
*Adriano Di Lauro*
La anulación...
Es lo que está estipulado en el contrato, lo que debo hacer. Entonces, ¿por qué me niego a dejarla ir?
No digo nada, solo me remito a apretar la mandíbula y los puños con una fuerza descomunal antes de salir de la habitación como alma que lleva el diablo. Me cambio de atuendo en cuestión de minutos para luego volver a la empresa.
Conmigo nadie juega y el que se entrometa en mi camino, lo jodo. Nadie es imprescindible en mi vida excepto mi familia y el capullo de mi mejor amigo. Creo que he sido demasiado beligerante con ella.
Entro al edificio y como es habitual, el personal dispuesto en los pasillos en