Capítulo cuarenta y cuatro (Segunda parte)
Adiós a la arpía
— ¿Qué haces aquí? —me levanto hecha una furia sin permitirle hablar.
— Nos debemos una plática, ¿no crees?
— Yo no tengo nada que hablar contigo —en estos instantes me estoy acordando de los progenitores de mi asistente en silencio. Me apresuro a abrir la puerta de par en par—. Sal de mi consulta antes de que te saque a patadas.
— Me gustaría verte intentarlo —me reta—. Como sea, la visita solo me tomará unos pocos pocos minutos.
«Yo no pienso tolerarla ni un segundo»
— Gia... —asomo la cabeza para indicarle que la acompañe a la salida. Sin embargo, las palabras de la intrusa me detienen.
— Deberías acostumbrarte a mi presencia sin armar numeritos de esta clase, ya que ahora me verás más a m