POV Emma Donovan.
Regresamos a la mansión principal al amanecer, después de una sola noche en la cabaña que había sido un incendio de peleas y sexo que todavía me quemaba en la piel y en los huesos. Kaan conducía el todoterreno en silencio, la mano izquierda en el volante y la derecha rozando mi muslo de vez en cuando, como si necesitara confirmar que seguía ahí, que era real. Yo miraba por la ventana el mar que se despertaba con el sol, pero no veía el paisaje. Veía sus marcas en mi cuello, sentía su semen todavía dentro de mí, y una mezcla de euforia y miedo me apretaba el pecho. Habíamos cruzado una línea que no tenía vuelta atrás, y aunque lo quería con cada célula de mi cuerpo, sabía que el precio iba a ser alto.
La villa estaba en alerta máxima cuando llegamos. Los guardias de Kaan habían duplicado los turnos durante nuestra ausencia, las Flores patrullaban el perímetro con fusiles al hombro, y el aire olía a pólvora fresca y a café. Nadie había dormido mucho. Aleksei seguía viv