POV Ángela.

El día que esperaba que marcaría el inicio del final, llegó repleto de frustración.

Draco recibió el informe al amanecer: Iván Maleski, el individuo que me creó y luego me trató como si fuera un objeto defectuoso, había salido de su propiedad en un vehículo blindado. Nadie sabía con certeza su destino, pero el mensaje era claro: el demonio estaba en movimiento y su refugio, desierto.

Atacar en su ausencia sería un error. Un riesgo innecesario. Y Bruno no solía cometer errores y me lo dejo en claro.

—Esperamos —declaró con voz autoritaria, dejando el expediente cerrado sobre la mesa.

Asentí, aunque sentí la tensión mientras mis manos se aferraban de manera involuntaria a la silla. No sabía cuánto más podría contener esa rabia que ardía en mi interior desde hacía años. La idea de tenerlo tan cerca, tan al alcance de mi mano, solo para dejarlo escapar. . . era como volver a ser una niña atada en un depósito, suplicando que el infierno dejara de devorarme.

Bruno no lo mostraba