POV ÁNGELA
El estruendo de los disparos aún retumbaba en mis oídos como un puto tambor de guerra cuando la camioneta blindada se puso en marcha, pisando a fondo y dejando atrás el infierno de esa fábrica abandonada. Desde la parte trasera, con la tablet temblando en mis manos manchadas de sudor frío, lo había visto todo: mis Flores cayendo como moscas bajo ráfagas de balas, cuerpos convulsionando en charcos de sangre propia; Fabiola desplomándose con un agujero en el costado, gritando de dolor mientras seguía disparando como la bestia que era; Bruno cubriéndose tras cajas podridas, su rostro contorsionado por la rabia, dando órdenes a gritos mientras balas silbaban a centímetros de su cabeza. Estaba convencida de que me volvería loca allí sentada, atrapada como una inválida, el corazón martilleándome el pecho hasta doler, y mis hijas pateando furiosas en el vientre como si ellas también quisieran bajar y matar.
Chasqueé los dientes hasta que sentí gusto a sangre. Mis manos temblaban s