-Ya no tomes más por favor Noah, de verdad, para olvidar no es necesario emborracharse, es más, si dejas de tomar, te prometo llevarte a casa, dijo Emma tratando de que el chico ya dejara la botella de tequila en paz.

El hombre miró seductoramente a Emma, ella sintió que había perdido la batalla en ese momento, él le giñó un ojo y sonrió con aquella sonrisa que a ella le movía todo por dentro.

Al ser las tres de la mañana y ya un poco ebrios, menos Emma que había dejado de tomar por miedo a caer en la tentación con Noah, decidieron que era hora de volver a casa.

Noah no había olvidado la promesa de Emma, que si dejaba de tomar, lo llevaría a casa.

-Bueno señorita Wrigth, haré uso de su promesa, así que acá están las llaves de mi auto, usted conduzca, está menos etílica que yo, dijo Noah sabiendo que Emma no había tomado como para estar ebria.

-Noah, porque no llamas a Omar, él te puede llevar a casa sin ningún problema.

-Emma, mejor llévalo tú, de verdad, Omar ahora está en algo impor