Trato de controlar mi respiración y de abrazar mis piernas con más fuerza.
— ¡ES LA HORA DEL PÓKER! — grita. — MI APUESTA TIENE QUE ESTAR AHÍ.
Todo mi cuerpo tiembla. No quiero esto hoy. No lo quiero nunca más.
— Estoy aquí, papá.
¿Tiff?
— ¿Dónde estabas, chica? — Está arrastrando las palabras.
— En el baño... ¿Vamos al salón? Hay que jugar y ganar.
— Y si no gano...
— Ya lo sé. — dice en voz baja.
La habitación queda en silencio durante un rato, hasta que vuelvo a oír su voz.