— Esto… ¡¿qué significa?! – Valentina se levantó de golpe asustada por las armas que la apuntaban y las luces en su rostro.
Intentó tomar su bolso para llamar a su madre, pero esto fue interpretado como resistencia y que iba en busca de una pistola o algo sospechoso.
— ¡¿Qué creen que están haciendo?! ¡Soy la hermana del Duque de Vallucci! – gritaba y forcejeaba, pero solo se ganó ser reprimida con mayor brutalidad.
La arrojaron al suelo con las manos detrás y la esposaron diciéndole sus derechos.
— ¡Vamos, deje de resistirse que es mejor para usted, ya sus cómplices confesaron, revisamos las bodegas y vimos todo el cargamento de drogas! – el oficial a cargo le ladró.
Lo que más odiaba era a esos riquillos que se creían impunes a la ley y la justicia, poco se imaginaba que por encima de él había alguien moviendo los hilos para armar todo este teatro.
— ¡¡No sé de qué me habla!!, ¿qué droga? ¡Yo solo vine a ver a hermano, a Stefano…!
Entonces Valentina, ya llorando alterada al ver la