La limusina paró en la misma pista fijándome en cómo la pequeña Silvia estaba al final de las escaleras del jet de Adrian, sonriendo y saludándome con su mano mientras me gritaba Mami. Subí corriendo las escaleras, cogiéndola en brazos entrando las dos dentro para sentarnos ya que estabamos a punto de despegar
— ¿A dónde vamos?¿Ya me lo puedes decir? – pregunte a Adrian
— Ya lo veras cuando aterricemos, no seas impaciente — me respondió
El avión aterrizó y al bajar los tres, Silvia se fue corriendo hacia donde había un todoterreno aparcado, esperando el chofer al lado con la puerta abierta, subiendo la pequeña muy alegre.
— ¿Nos vamos? estarás cansada, — me dijo Adrian, poniendo su mano en mi espalda
Nada más aparcar el coche y abrir la puerta el chofer, mi pequeña bajó corriendo entrando en la casa que teníamos enfrente, sin dejar de sonreír poniendo sus manitas en su boca de lo sorprendida que estaba al ver aquella casa tan grande y justo al lado había una playa de arenas blancas y