65. Amapola.
POV Emilia.
El camerino es un pequeño refugio de luces cálidas y espejos iluminados, donde el olor a cosméticos, laca y crema se mezcla con el murmullo constante de las modelos.
Sillas giratorias tapizadas en cuero blanco se alinean frente a largas mesas repletas de pinceles, sombras y labiales, mientras las paredes están adornadas con fotos de pasarelas y anuncios que recuerdan lo que está en juego.
A pesar de la calma superficial, el aire vibra con una tensión apenas contenida.
Mis dedos se sienten fríos mientras el pincel roza mi piel, un contacto ligero pero reconfortante en medio del torbellino que arde en mi pecho.
Mi respiración se acelera un poco, el cosquilleo de los nervios recorriéndome la espalda, mientras mis ojos no pierden de vista a mi hermano y a mi cuñado.
Ambos están atrapados en una danza inquieta, sus cuerpos rígidos y sus movimientos erráticos como si intentaran liberar la ansiedad que los consume.
Los puños apretados de mi hermano casi parecen golpear el aire, y