NO DEJO DE PENSARLO.

Zaira llegó a la casa, se dio una ducha rápida, tenía mucho dolor en su entrepierna, ella tomó una píldora y salió de casa rumbo al hospital, en el taxi, no dejaba de pensar en la noche anterior, a pesar de que había sido por dinero, ella lo había terminado disfrutando, el dolor de cabeza gracias a los tragos que había tomado, era también bastante fuerte.

-Señor, puede detenerse un momento, necesito pasar a esa farmacia, la chica entró, compró un analgésico y una píldora del día después, ella no podía darse el lujo de quedar embarazada a sus dieciocho años, sin una carrera profesional finalizada ni un trabajo estable, ahora menos que su madre tenía una recuperación bastante lenta.

Llegó al hospital, testeo a Stella para recordarle que no iría a la cafetería en la próxima semana, ella había pedido la semana y Stella había movido influencias para que se la dieran.

Al llegar, su madre aun estaba sedada, ella tomó las pastillas que había comprado y se sentó a esperar.

El solo recuerdo de la noche anterior hacía que su cuerpo se estremeciera, le había gustado y el hombre con el que había tenido su primera vez, le había gustado aun más, pero el que se marchara, seguramente había sido signo de que no fue lo que él esperaba de una dama de compañía.

-¿Cómo está tu madre Zaira, cómo te fue anoche, lo hicieron?

-¿Stella, que pregunta es esa?

-Dime, dime, no me dejes con la duda, quiero saberlo.

-No, no lo hicimos, solo lo acompañé a cenar, dijo ella mintiendo un poco, ya que el hecho de que aquel hombre se marchara, no era para nada buena señal y le daba pena decirle a Stella que había sido su primera vez y que al tipo no le había gustado.

-Bueno, ni modo, en otra será, pero al menos pagó bien tu compañía, ahora te dejo chao, respondió la chica.

En ese momento, la enfermera llamó a Zaira, su madre había despertado.

La chica de inmediato se levantó y corrió literalmente a la habitación.

-¿Mamita, cómo estas, como te sientes?

-Bien mi amor, pero hay algo que me tiene intrigada.

-Dime mamá.

-¿De dónde salió todo ese dinero para mi cirugía?

-No te preocupes mamá, fue un préstamo de mi jefe, él lo irá descontando poco a poco de mi salario, ya todo eso está arreglado, tu solo tienes que preocuparte por estar bien.

-Dile a tu jefe que le pagaremos todo lo que ha hecho por mí, que trabajaré y que no le quedaremos debiendo nada, díselo amor, dijo Dana.

-Sí mami, yo se lo diré, dijo ella con lágrimas en los ojos recordando la noche anterior.

Mientras que Zaira pasaba tiempo con su madre en el hospital, Dante estaba en su oficina recordando los besos de la chica.

-Esa mujer me volvió loco anoche, de verdad que me interesaba mucho antes de tenerla entre mis brazos ahora aun más, esa mujer de verdad me gusta, pensaba Dante para sí mismo.

Dante estaba perdido en sus pensamientos, cuando una llamada de la ama de llaves entró.

-¿Señor, que pena molestarlo, pero, usted está bien, pasó algo anoche?

-Disculpa, ¿de qué me hablas?

-Por la sangre en el sofá y en la alfombra señor, no sé si debo limpiar o si fue que sucedió algo.

-¿Sangre en el sofá y la alfombra, de que hablas? No toques nada, deja todo así, dijo Dante.

De inmediato salió para la cabaña cancelando las reuniones que tenía durante ese día.

Al llegar a la cabaña, el ama de llaves se había marchado, él entró y efectivamente observó el sofá con algo de sangre, lo mismo que en la blanca alfombra, muy poco pero si se veía a simple vista, caminó hacía la ducha y observó que con la toalla que se limpió estaba manchada igualmente, esa noche, después de eso entró a ducharse y no se fijó en nada mas, solo cerró los ojos y estuvo durante algunos minutos bajo el agua fría tratando de asimilar lo que había ocurrido con la chica que dormía en la alfombra de su cabaña.

Haciendo recuento de lo que había sucedido la noche anterior, él se dio cuenta de que Zaira había dado un grito de dolor bastante fuerte y las uñas se habían clavado en la espalda, aun tenía las marcas que ella le había dejado.

-¿Será posible que esta chica fuera virgen? Se preguntó para sí mismo, antes de penetrarle le hice sexo oral y no había rastro de sangre.

Dante se quedó esa tarde en la cabaña, la imagen de ver a Zaira mordiendo su labio inferior no salía de su cabeza. Él cerró los ojos y se recostó en el sofá frente a la chimenea, así pasaron las horas, no sabía qué hacer, la chica le daba vueltas en su cabeza, él necesitaba preguntarle si ella se había entregado por primera vez a él por dinero, porqué había tomado una decisión de entregarse a un desconocido o que era lo que había  pasado esa noche que había decidido, no le había preguntado su nombre, él supuso que lo sabía.

-¿Zaira Smith? Dijo un hombre en el hospital al momento en que la chica salía de la habitación de su madre, la hora de visita había terminado y ella debía ir al apartamento a descansar también.

- Tío Arnold, tío Arnold, que gusto verte, tanto tiempo ha pasado, dijo Zaira dando un abrazo al hombre que la acababa de saludar, realmente feliz de verlo. El hombre que podía andar cerca de los cincuenta años fue compañero de colegio de su madre, se había ido al extranjero y había enviado una carta y una corona al funeral de su padre. 

-¿Qué haces aquí mi niña?

-Mi madre, dijo Zaira suspirando fuertemente, a ella le hicieron una cirugía y está en esa habitación recuperándose, nos ha sucedido de todo un poco tío Arnold.

-Vamos, te invito a cenar mi niña, así me cuentas un poco todo lo que ha sucedido después de lo de tu padre.

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