Un día distinto en la pensión
El amanecer trajo consigo un murmullo distinto en las calles. La gente no solo hablaba del reconocimiento y de las pruebas entregadas al tribunal: ahora comentaban lo que habían leído en periódicos extranjeros y escuchado en estaciones de radio internacionales.
Gabriel entró en la pequeña sala de la pensión con varios periódicos en la mano. Los dejó sobre la mesa, desplegándolos uno por uno.
—Mira esto, Isa. París, Roma, Nueva York. Todos hablan de ti.
Isadora hojeó las páginas con calma, pero con el corazón acelerado. Ahí estaba su rostro, el mismo que días atrás se había mostrado al pueblo, ahora en las portadas de diarios internacionales. Los titulares eran contundentes: “La heredera que volvió de la muerte”, “El renacer de Liria del Norte”, “Isadora Morel desafía la mentira”.
Clara, que acababa de llegar, sonrió con orgullo.
—El mundo entero te observa. Y lo más importante: muchos ya se atreven a creer en ti.
Durante el desayuno, mientras compa