Capitulo 88 El Fanatismo.
El amanecer en la pensión tenía un sabor especial aquella mañana. La noticia del regreso de Isadora ya se había expandido por toda la ciudad como fuego en hierba seca. Desde la ventana se escuchaba el bullicio: vecinos conversando con entusiasmo, vendedores ambulantes gritando titulares de periódicos, radios encendidas en las tiendas. Todo giraba en torno a ella.
 Isadora despertó con esa sensación extraña de haber recuperado la vida después de años de oscuridad. Se incorporó despacio, dejando que la claridad del día iluminara sus pensamientos. Como cualquier persona, lo primero fue ir al pequeño baño al final del pasillo. El lugar era sencillo: una loza blanca gastada, un espejo con manchas de humedad y una ventanita que dejaba entrar aire fresco. Allí se tomó unos minutos para atender sus necesidades, lavarse las manos y mojarse el rostro. Se miró en el espejo y, por primera vez en mucho tiempo, se reconoció a sí misma: viva, fuerte y dispuesta a seguir.
 Cuando regresó, Gabriel ya