Capitulo 15 El Diario de la Ira

La nueva celda era más pequeña que la anterior.

Más fría. Más sucia. Más lejos de todo lo que representaba familiaridad dentro de Santa Lucía.

La cama tenía los muelles expuestos, el lavamanos goteaba sin cesar, y la ventana era solo una rendija alta cubierta con una reja oxidada. Pero Isadora no se quejó. Sabía que ese traslado no era un castigo, sino un intento de aislamiento.

Silvana estaba jugando su siguiente carta.

Alejarla.

Romper su red.

Romper su espíritu.

Pero Isadora ya no era la misma mujer que entró por esas rejas meses atrás.

Ahora, cada paso que sus enemigos daban en su contra, lo registraba mentalmente. Como un contador de daño que no restaba… sino que sumaba combustible a un fuego interior que ya no podía apagarse.

Y esa noche, comenzó su bitácora de guerra.

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La luz del pasillo se filtraba apenas por una ranura de la puerta. Isadora aprovechó ese tenue reflejo para moverse con lentitud.

Debajo del catre encontró una caja oxidada con lo que p
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