Anastasia.
Habíamos pasado todo el día en la suite, pero a la mañana siguiente supe que de cierta forma debía retribuir mi desconfianza en Alexey.
Me levanté muy temprano y preparé un desayuno, y cuando abrí la puerta de la habitación, Alex estaba restregándose los ojos.
—Buenos días para ti… —saludé con la bandeja en las manos, y él me ofreció una sonrisa.
—¿Y esto?
—Es mi forma de disculparme… —dejé la bandeja en una mesa, y luego sentí cómo él atrapó mi cintura.
—No necesitas hacer nada de esto… —quedé encima de su torso, mientras él metió las manos por la camiseta que ni siquiera me había quitado y acarició mi espalda—. No quiero que cocines ni hagas nada… solo que estés para mí…
—Soy tu CEO… así que es imposible que no haga nada. Por cierto, tengo muchas noticias… —él tomó mi rostro y besó mi boca.
—Escucho…
—Inauguraremos el viernes… me gustaría traer a Irina… inventaré algo a mis papás…
Alexey sonrió ampliamente y tocó mi nariz.
—Ya se te hace muy fácil, ¿no es así? —mi sonris