Mundo de ficçãoIniciar sessãoDimitri Volkov nunca hacía favores sin cobrarlos con intereses que destrozan almas.
La sala de reuniones privada en su base griega olía a cuero italiano y amenazas no pronunciadas. Las ventanas panorámicas ofrecían una vista perfecta del Egeo, donde el sol de la tarde teñía las aguas de dorado sangre. Dimitri se encontraba de pie junto a la mesa de mármol negro, sus manos enlazadas a la espalda mientras estudiaba a sus invitados con la intensidad de un depredador evaluando presas.
Diego permanecía tenso en su silla, cada músculo de su cuerpo preparado para la violencia. A su lado, Valentina descansaba en la silla de ruedas médica que había sido su prisión durante las últimas semanas, su rostro pálido pero determinado. Morrison, con vendajes cubriendo las heridas que había recibido durante el asalto a la fortaleza, completaba el trío de personas que habí







