Mundo ficciónIniciar sesiónHay decisiones que rompen a un hombre, y luego están las decisiones que lo obligan a escoger entre dos tipos de destrucción.
Diego Cortés había enfrentado muchas batallas en su vida, había negociado con dictadores y cerrado tratos con criminales de guerra, pero nunca había sentido el sabor tan amargo de la desesperación como en el momento en que marcó el número de Damián Restrepo.
La llamada se conectó al segundo timbrazo.
—Vaya, vaya —la voz de Damián atravesó el auricular como miel envenenada—. El gran Diego Cortés llamándome a mí. ¿Se acabó el orgullo, hermano?
Diego cerró los ojos y apretó el puño libre hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Cada fibra de su ser le gritaba que colgara, que encontrara otra manera, cualquier otra manera. Pero la imagen de Valentina en las Seychelles, c







