Mundo ficciónIniciar sesiónEl countdown del dispositivo en la mano de la Matriarca descendía con la precisión implacable de un reloj que medía tiempo en unidades de vida humana. Ocho minutos, treinta y siete segundos. Ocho minutos, treinta y seis segundos. Cada dígito que cambiaba era recordatorio de que la Coronela Mariana Reyes estaba muriendo digitalmente en algún lugar remoto donde las balas eran reemplazadas por códigos maliciosos que destruían sistemas de defensa con eficiencia quirúrgica.
James Morrison observó el rostro de la Matriarca, buscando señal de debilidad, encontrando solo certeza absoluta de alguien que había jugado este juego durante setenta y cinco años sin perder nunca. Pero Morrison había sido entrenado en situaciones donde no perder significaba estar dispues







