Mundo ficciónIniciar sesiónRegresé a la sala de juntas con las piernas temblándome tanto que tuve que apoyarme contra la pared para no caer. El sabor de Diego todavía permanecía en mis labios, un sabor amargo y desesperado que sabía más a despedida que a cualquier promesa de futuro.
Esteban ya había tomado control absoluto del proyector. Su laptop estaba conectada a una pantalla enorme que ocupaba prácticamente toda la pared del fondo, mostrando un archivo de Excel con exactamente ochocientas cuarenta y siete filas. Ochocientas cuarenta y siete correos electrónicos que brillaban bajo la luz despiadada de las lámparas LED del techo, cada uno de ellos una pieza de evidencia en una conspiración tan elaboradamente construida que dolía físicamente solo mirarla.







