Mundo ficciónIniciar sesiónLa sala de juntas del piso veinte olía a cuero caro y ambición.
Veinticuatro accionistas distribuidos alrededor de la mesa de caoba italiana que costaba más que un departamento en Polanco. Trajes hechos a medida. Relojes que valían fortunas. Expresiones que no revelaban nada.
Klaus Schneider se sentaba al fondo con esa sonrisa de tiburón que hacía que Valentina quisiera arrancarle los dientes uno por uno. Tenía las manos cruzadas sobre la mesa, relajado, como si ya hubiera ganado.
Porque probablemente así era.
Sofía ocupaba la silla a su derecha, un vestido Val







