UNA REALIDAD.
UNA REALIDAD.
El mundo se detuvo para Elara, la noticia cayó como un rayo sobre ella, apenas y escuchó las felicitaciones de la enfermera.
―Elara, ¿estás bien?
―No… ―susurró, ―no estoy bien, Sara.
Elara miró a su amiga con ojos vidriosos.
― ¿Cómo… Como… es que yo…?
―A veces estas cosas fallan, ¿segura que no perdiste una? ―preguntó Sara, intentando buscar alguna explicación lógica.
―No, las estoy tomando bien. Dios…
El corazón de Elara latía a toda velocidad y la incredulidad la embargaba; había una pequeña vida creciendo dentro de ella.
― ¿Qué vas a hacer? ―Sara preguntó cautelosamente, reviviendo sus propios demonios.
―No lo sé.
― ¿Vas a decírselo? ―insistió Sara.
Elara estaba en una encrucijada. A pesar de su relación actual con Nathaniel estaba bien, aún seguía con sus planes de divorcio para empezar de nuevo con Rose, pero esto lo cambiaba todo. Ahora iban a tener un hijo.
―Elara… ―Sara la sacó de sus pensamientos. ―Sé que yo he sido la primera en hablar mal del bas