SOSPECHAS.
SOSPECHAS.
Esa noche, mientras Daniel reunía el dinero para el rescate, Naomi se encontró sola en el cuarto de Derek. Rodeada de juguetes silenciosos y dibujos que gritaban ausencia, el dolor y la culpa la envolvían como una neblina espesa. Las lágrimas comenzaron a fluir libremente, cada una un tributo a su amor y temor.
Tomó entre sus manos un pequeño dinosaurio de plástico, favorito de Derek, y lo apretó contra su pecho.
―¿Dónde estás, mi pequeño? ¿Tienes frío? ¿Tienes miedo? ―su voz se quebraba entre sollozos. ―Mami está aquí… te voy a encontrar. Lo prometo.
Con la mirada perdida en un dibujo de Derek pegado en la pared, una casa dibujada con crayones, donde cada trazo era una promesa de seguridad y amor, susurro.
―Recuerdas cuando me dijiste que querías ser astronauta… para explorar las estrellas y llevarme a la luna. Ahora, yo daría cualquier cosa por tenerte aquí, en casa, seguro conmigo.
Se acostó en la pequeña cama mientras abrazaba el juguete de su hijo, ella dejó salir