CAPÍTULO 31. Un lugar a dónde ir

CAPÍTULO 31. Un lugar a dónde ir

Soltar a Jerry solo fue un protocolo, solo para liberar el puño que se iba a estrellar contra su nariz y su cara una y otra vez, y Grayson no estuvo ni siquiera un poco más tranquilo hasta que vio la sangre correr por el rostro de su cuñado. Era como si una fuerza oscura lo animara, como si quisiera terminar con cuatro años de rabia de una sola vez.

No le importó que sus nudillos sangraran, no le importó nada más que lastimarlo tanto como podía. Aunque sin duda la parte más satisfactoria fue empujarlo fuera del departamento y patearlo por el primer tramo de escaleras como si fuera un perro.

—¡Quédate ahí para que la prensa te tome fotos, infeliz, que eso es exactamente lo que te mereces! —escupió, pero sabía que, por supuesto, Huxley se iría con el rabo entre las piernas y escondido, lo más posible, para que nadie le tomara fotos a su rostro deformado por los puñetazos.

Grayson volvió de inmediato al interior del departamento, sosteniendo lo más suavem
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