Apenas Luciana terminó de hablar, José se quedó completamente paralizado.
La miró parpadeando, y pasó un buen rato sin poder reaccionar.
Viendo su estado de shock, Luciana volvió a preguntar:
— Te estoy hablando, ¿qué te parezco?
José finalmente reaccionó:
— No entiendo a qué te refieres, ¿estás diciendo que... quieres ser mi novia?
Luciana arqueó las cejas:
— ¿Qué más podría ser?
Al escuchar esto, José se puso de pie bruscamente, sin preocuparse ya por presionar su herida.
Rápidamente comenzó a agitar las manos, retrocediendo con pequeños pasos.
Estaba tan asustado que incluso le costaba hablar con claridad.
— No, no, no, Luciana, con esto no se puede bromear.
Viendo su reacción, Luciana se enfureció.
Con las manos en la cintura, le reclamó:
— ¿Qué clase de reacción es esa? ¿Crees que no estoy a tu altura? Solo estaba preguntando por curiosidad, mira cómo te has asustado.
Al oír que solo era una pregunta casual, José finalmente se relajó.
— Luciana, no me refería a eso, es solo que me