Capítulo 191
Al volver en sí, Luciana jaló a José para sentarse en una caja cerca de la puerta.

— Deja ya esas botellas y ven aquí, déjame ver.

Luciana notó que José tenía una herida ni grande ni pequeña en la parte posterior de la cabeza, y la tocó suavemente con la mano.

José, sintiendo dolor, contuvo la respiración. Solo entonces se dio cuenta de que estaba herido.

— Esa herida necesita atención médica.

José también se tocó la cabeza:

— No es nada, esta pequeña herida no es grave, solo lamento haberte asustado.

Viendo su actitud, Luciana sintió una mezcla de enojo y culpa.

Enojo porque él siempre decía que no pasaba nada, que no era importante, sin cuidar para nada su propio cuerpo.

Y culpa por no haber tenido más cuidado antes.

Con estas emociones encontradas, Luciana sacudió la puerta de la bodega.

Gritó con fuerza, esperando que alguien viniera a abrir.

Pero la música exterior era demasiado ruidosa y nadie podía escucharla.

José, viendo lo nerviosa que estaba, dijo:

— Estoy bien, de verdad. M
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